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Llegas tarde

Odio esperar. Mucho. Mejor dicho, odio que me hagan esperar.

Aunque suene contradictorio, tengo mucha paciencia. Puede que demasiada. Me explico. Si tengo que esperar en una cola durante un tiempo superior al que debería ser habitual, no suelo quejarme. Me espero. Y, de hecho, lo hago pacientemente. Otro ejemplo: si tengo que ver el atardecer de Madrid metido en un coche en pleno atasco en la M-30, me fastidia, pero intento disfrutar del atardecer que, por otra parte, suele ser bastante bonito. Creo que es algo en lo que la gente que es de Madrid o que lleva mucho tiempo viviendo en esta ciudad no presta atención.

RetiroFLG

Pero no quiero haceros perder el tiempo leyendo teorías que no vienen al caso. A lo que iba. Odio que me hagan esperar. Es decir, si hemos quedado a una hora concreta y en un lugar determinado, ¿por qué mucha gente llega (siempre) tarde? No lo puedo entender. Quizá haya alguna explicación. Lo comprendería si fuera simplemente eso. Pero casi nunca la hay. Lo que no falta es la estudiada y poco original excusa. Está la típica de “el metro no llega” o la ya manida “acabo de perder el metro delante de mis narices”. También está la de “con este atasco, el autobús urbano no puede ni moverse, ¡y mira que he salido con tiempo!”. Ja. Con tiempo he salido yo para llegar a la hora. Tú no. Y me mata el “estoy llegando” cuando en realidad no lo estás. No lo estás; ni llegando ni aquí.

Creo que cualquier persona entiende que no es lo mismo esperar para tomar un café, un vino o para dar un paseo, si para todo ello no hay prisa, que esperar para llegar a algún lugar determinado a una hora concreta: a la oficina, a una sesión de cine, a una entrevista de trabajo… ¿Te imaginas que tu futuro laboral dependiera de un jefe al que le mandases un mensaje para decirle que “estás llegando” a esa entrevista? Creo que la respuesta se sobreentiende sin necesidad de escribirla. El ejemplo es excesivo, exagerado. Lo sé. Seguramente la causa de dicha exageración es que llevo esperando más de quince minutos. Mejor dicho: había quedado hace más de quince minutos.

Y aquí sigo. Mientras tanto, me ha dado tiempo a hacer un barrido minucioso de Twitter y otras redes sociales, he hecho tres fotos y he retocado una de ellas, la que veis arriba; he apuntado en un cuaderno que llevo siempre conmigo varias ideas para utilizar en otro momento en este blog, he escuchado cuatro canciones de Vanesa Martín, una de ellas, dos veces, e incluso me ha dado tiempo a escribir este texto que acabas de leer.

Os dejo. Ya llegan.

6 pensamientos sobre “Llegas tarde”

  1. Admirer dice:

    Yo también odio que me hagan esperar. Pueden ser 10 min. de rigor pero me han tenido colgada hasta media hora. Es algo que me cabrea y más que eso, me entristece cuando me lo hacen amigos. Lo tomo como una falta de respeto absoluta. Pienso: les importo un carajo. Y sí, el «el metro tarda»… ya, ¿y el mío no? No puedo con la falta de educación.

    1. Fran López Galán dice:

      Aceptamos 10 minutos de rigor. No mucho más. Por respeto, vaya. Totalmente de acuerdo contigo. Gracias por leer y comentar

  2. Luka19 dice:

    Pongo un comentario en un minuto … ya voy, estoy encendiendo el ordenador ?
    Esto de las tecnologías es muy lento, mira que lo encendí con tiempo después de cenar pero aquí sigo esperando … creo que ya está.
    Espero haber comentado a tiempo ☺️

    1. Fran López Galán dice:

      ¡Bien! Tu comentario no se ha hecho esperar mucho jeje. Muchas gracias por leer la entrada y por escribir.

  3. FJ dice:

    Odias esperar. Normal. Yo lo que digo es que si la gente que hace esperar fuera consciente de lo mal que se pasa al esperar, saldrían antes de casa.

    1. Fran López Galán dice:

      Esperar no es lo malo. Es peor lo que comento: que te hagan esperar. Y comparto contigo la idea de que la gente no es consciente. Si lo fueran, todo sería diferente. Muchas gracias por tu comentario, como siempre. Un abrazo.

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