He pasado horas con el mismo sonido de fondo. Ha salido el Gordo e imagino la alegría de muchos que, a estas horas, deben estar celebrándolo. Sí, les ha cambiado la vida. Un poco, al menos. Son felices.
He hecho referencia al sonido, sí. Aunque, aquí y ahora, me gustaría hablar sobre su ausencia. Es decir, sobre el silencio.
Volví a casa de mis padres hace tres días. Es Navidad y tengo unos días de vacaciones. Estoy a unos trescientos kilómetros de Madrid y como a unos diez grados menos de temperatura. O más. Seguramente muchos más. Pero aquí hay algo que, por mucho que lo busque allí, no lo hay. Silencio.
Llevo tres noches haciendo exactamente lo mismo. Cuando en este rincón al oeste del país comienza a irse el día por el horizonte y el sonido por algún otro lugar que aun no he conseguido descubrir, muevo ligeramente la cabeza y miro hacia arriba. Nada más. Cada vez que veo todas esas estrellas que brillan como si fuera lo último que fueran a hacer, pienso cómo es posible vivir sin poder hacerlo a diario. Sin verlo a diario. Sin escucharlo a diario.
Me gusta escuchar el silencio. Y verlo. Porque, a veces, no nos damos cuenta de todo lo que pasa cuando no pasa nada.
No es el Gordo, pero también me hace feliz.
FJ dice:
El silencio que tan libres nos hace…. que bonito lo que escribes amigo! Te deseo un muy feliz año!
Fran López Galán dice:
Muchas gracias por tus palabras. El silencio, aunque no lo parezca, ofrece mucho más de lo que parece. Abrazo fuerte
Adolfo Izquierdo dice:
Qué bonito y qué bien escrito!
Fran López Galán dice:
¡Muchas gracias! Gracias por leerlo y comentar. Un abrazo fuerte.
Luka19 dice:
Yo también he llegado hoy a casa de mis padres, aunque todavía no me ha dado tiempo a disfrutar de ese silencio que espero «escuchar». Un silencio que dice muchas más cosas que el «ruidoso» murmullo del día a día ?